Universidad de Chile perdió 1x2 ante Unión Española en el Nacional y comienza a despedirse de la lucha por
el campeonato nacional. El cuadro azul sigue sin mostrar sustancia en su juego
y, más allá de algunos espasmos de buen juego, sigue siendo un equipo de baquelita que a la primera brisa se cae a
pedazos.
La “U” comenzó
el partido con el mismo dibujo táctico que utilizó ante Huachipato la semana
pasada. Es decir, con dos líneas de cuatro y dos delanteros. Disposición en la
cancha que llegó para quedarse, pero que no le permite al equipo generar fútbol
desde la posesión de pelota y mucho
menos desde el protagonismo en el gramado como tanto ha deseado su técnico.
En base a esa idea,
el Romántico Viajero empezó mejor que los hispanos en Ñuñoa. Sin manejar por
completo los tiempos del partido, el equipo laico se las arregló para ponerse arriba
en el marcador. De hecho, Matías
Rodríguez abrió la cuenta a los 36’, pero después de aquello (y antes
también) poco y nada de peligro pudo generar el cuadro local.
Lejos el más movedizo
en el ataque azul fue Pablo Parra,
nuevamente. El ex Cobreloa nunca le quitó el bulto a echarse el equipo al hombro.
Realmente es omnipresente en la cancha.
La pide e intenta -como pocos en el fútbol chileno- disparar desde media
distancia. Ahora, a diferencia de otros compromisos, no estuvo fino, pero no se
le puede reprochar nada.
Fernando Díaz (DT
de U.E) por su parte, tampoco quiso complicarse con el planteo del partido. Metió dos líneas de cuatro y cuando estuvo
1x0 abajo no se despeinó por buscar el empate. En el asegunda etapa, el ‘nano’
cambió y con el ingreso de Yulián Mejía
le bastó para dar vuelta el marcador.
El propio colombiano a los 70 minutos con un tiro impresionante desde fuera del área empató
el placard. Más tarde, a los 88’, Mauro
Caballero le dio la victoria a la visita tras un grosero error de Johnny Herrara. Luego de aquello, la “U” no pudo con los fantasmas que rondan
su cabeza y terminó por rendirse (sí, bajó los brazos) ante más de 30 mil
personas.
Síntoma, esto último, de un proceso que completó,
definitivamente, un fin de ciclo. Frank Darío Kudelka no aguanta portar -un minuto más- el buzo de la
Universidad de Chile. Se le nota desgastado. Sin fuerzas para seguir en la
banca laica. ¿El problema? No quiere
renunciar y tampoco lo quieren echar. ¿El
motivo? Los compromisos económicos contractuales entre la institución y el
DT.
Desde la caída ante Melgar en Arequipa que el
entrenador, definitivamente, no le encontró la vuelta al equipo. ¿La razón? Traicionó
su idea. Aceptó que no llegase el ‘6’ de juego que tanto quería y también visó la no llegada de un volante
de creación que manejase los tiempos del equipo como el quería (está claro
que no le gusta Oroz).
La realidad es
que el equipo es una lagrima en la cancha. Al
igual que el 2018, le pegan un cachetazo de mediana intensidad y no se para más
de la lona. El entrenador ya se siente más fuera que dentro del club y los
dirigentes no pegan una fuera de las canchas. La crisis de la “U” es total y nada hace presagiar que cambie en el corto/mediano
plazo.
La pregunta que
surge ante semejante presente universitario cae de madura: Después de la
eliminación en Copa Libertadores, el desastroso inicio del torneo local (tanto
en el juego como en los números) y estando a 10 de marzo del 2019 ¿Se acabó el año para Universidad de Chile?...
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